"Afónica" es una marca propuesta por Cristóbal Sánchez. A  nosotros nos recuerda que esas empresas de telecomunicación, joviales y  agradecidas cuando queremos darnos de alta en alguno de sus servicios,  son las mismas que no contestan cuando toca darse de baja o reclamar  algunos derechos básicos. ¿Por qué se quedan afónicas? Quizás, porque la  atención al cliente, subcontratada en enormes Call centers  a base de mano de obra barata, demuestra que el buen trato al cliente  sólo es rentable en ciertos casos. Los Call centers son ya la mejor  metáfora de lo que somos para estas compañías:
 
http://www.letra.org/spip/article.php?id_article=3604
 
«Es el primer día de entrenamiento en el recién  inaugurado call center de Atento Colombia. Los colores chillones de las  mesas, boxes y carteles deslumbran a los afortunados que han conseguido  atravesar el proceso de selección. Todos se miran expectantes. La  entrenadora, una joven española de apenas 25 años enviada por una  plataforma de Atento España (que cobra exactamente lo mismo que cuando  era teleoperadora) entrena a las futuras generaciones de teleoperadores.  Entre segura y seductora, augura un porvenir inimaginable y habla de un  vertiginoso arribo al Primer Mundo para tantos jóvenes colombianos. Sin  embargo, esta sensación de idilio comienza a desvanecerse al saber que  trabajarán diez horas por día, que de esas diez sólo les serán pagadas  aquellas en que estén tomando llamadas. Es decir, si un día no entra ni  una llamada, no se les pagará ni un sólo peso.
 
Mientras, del otro lado del Atlántico, en una plataforma  de Atento Madrid, subcontrata de Telefónica, el Gerente comunica a 100  teleoperadores el cese de actividades en la planta. La empresa no se  explaya sobre las razones del cierre. Tan sólo esboza una “reducción en  el caudal de llamadas”, que no parece corresponderse con el ritmo con el  que llegaban las últimas semanas, y tampoco anima ninguna solución al  problema. La única salida parece ser tomar los ocho días de  indemnización por año trabajado y no chistar.
Entre los trabajadores, la sensación es ambigua y la  soluciones que se vislumbran son tan complejas e implican a tantos  actores que muchas veces se hace difícil identificar un único  responsable al que pedir explicaciones: Telefónica, Atento, las  gobernaciones provinciales, nacionales, los sindicatos mayoritarios (CC  OO y UGT)... La lista parece interminable y sólo hablamos de las fuerzas  implicadas en España.
 
Cuando el conflicto llega a los medios las excusas  comienzan a sucederse a una velocidad meteórica: “Los centros de  llamadas en España sencillamente han dejado de ser ‘viables”, “hemos  perdido competitividad”, “el Cliente (léase Telefónica) ha rescindido su  contrato”.
 
Todos dicen lo mismo. A los ‘trabajos’ se los llevó el  viento. 179 menos en A Coruña, 120 en Córdoba y Valencia, 90 en Getafe,  300 en Elíptica. En lo que va del año ya son 3.000. Pero la  deslocalización no sólo es internacional, también es regional. En León  se abrió hace poco un nuevo centro de atención de llamadas con  subvenciones públicas mientras se cerraban otros en centros urbanos.  Además, desde que Telefónica fue privatizada, ésta redujo su plantilla  de 70.000 a 30.000 trabajadores mediante un proceso de externalización y  subcontratación que aún no acaba. Es en este proceso cuando Telefónica  crea Atento, una empresa dedicada a la subcontratación de aquellos ex  empleados de la empresa madre. Así, un teleoperador que cobraba de 2.000  a 3.000 euros ahora cobra 500 o 700.
 
Ni esto bastó. Los despidos masivos comenzaron a darse  cíclicamente, legitimados por un Convenio de Telemárketing muy  “comprensivo” con los intereses corporativos y las demandas del mercado,  gobiernos provinciales y nacionales que llaman a la mediación y a  rebajar “la tensión del conflicto” prometiendo salidas “en algún  sentido” (también muy dispuestos a otorgar toda clase de subvenciones a  las empresas), y sindicatos mayoritarios que se vuelven cómplices a  cambio de beneficios para sí.
 
En este último conflicto sólo la CGT llamó a una huelga  estatal en Atento, realizada el pasado 16 de abril, acompañada por  manifestaciones frente a gobiernos provinciales implicados y locales de  Telefónica. El lunes pasado, bajo un solazo de abril, unos centenares de  personas se concentraron frente a la Fundación Telefónica en Gran Vía,  para protestar contra los despidos cantando lemas y repartiendo volantes  informando a los clientes sobre los atropellos cometidos por la  empresa. Entre los volantes que repartían uno de ellos rezaba: “Los  trabajadores y trabajadoras de ATENTO somos la voz de los servicios de  Atención al Cliente del Grupo Telefónica ...[y sin embargo no  tenemos]... relación laboral reconocida con la empresa a la que usted  está llamando”.
 
Si bien el nivel de seguimiento fue elevado (90% en A  Coruña y Valencia, 70% en Madrid y Sevilla y 65% en Barcelona) y la  noticia fue ampliamente recogida por los medios, la empresa aún no ha  dado respuesta de ningún tipo a las demandas que incluyen la  reincorporación de los despedidos y el cese de la deslocalización.  Atento se limitó a decir la semana pasada que sólo negociaría sobre los  despidos actuales (y los que vendrán) con los sindicatos mayoritarios  (CC OO y UGT), alegando una supuesta filtración de información fuera de  la mesa negociadora, por lo que a partir de ahora pondría como condición  la firma de un compromiso de confidencialidad.
 
Del otro lado del Atlántico, en Atento Colombia, hoy los  teléfonos no paran de sonar. Se han trabajado las diez horas seguidas.  Muchos de los clientes han preguntado si ellos no estaban en huelga (de  la que no estaban ni enterados), e incluso algunos les han comentado que  apoyaban su causa. La huelga en España ha sobrecargado las líneas en  Argentina, Colombia y otras filiales de Atento desperdigadas por el  mundo. Ya se han denunciado estas prácticas desde sindicatos, pero el  poder legislativo no ha actuado o lo ha hecho con extrema timidez. Lo  cierto es que la empresa mientras pueda continuar haciéndolo persistirá  en estas prácticas, y que la deslocalización no parece poder enfrentarse  desde un sólo lado del océano. Para poder hacer mella en estas empresas  habrá que comenzar a coordinarse con otros frentes.»
 
Texto de Nicolás Mazzini , co-autor del  libro "¿Quién habla? Lucha contra la esclavitud del alma en los call  centers". En Diagonal, numero 53.